“El Mental es una ignorancia que busca la Verdad; el Supramental es un acontecimiento que existe en sí mismo y que manifiesta armoniosamente el juego de las formas. Sólo con el descendimiento de este Supramental será posible el advenimiento de la perfección soñada por aquello que es grande y elevado en la humanidad”— La Vida Divina
Sri Aurobindo
Escucho con interés a divulgadores de calado hablar estos días del Apocalipsis anunciado en los textos bíblicos.
El Apocalipsis narrado por San Juan tiene dos partes. La primera, refiere el relato de destrucción masiva que arrasará el mundo. La segunda, el inicio del reinado de Dios en el mundo, fusionándose lo divino con lo terrenal.
Durante el año 2012 corrieron ríos de tinta y llovieron estrenos de films basados en el fin de los tiempos según el calendario maya. Justo un año antes, en 2011, mi persona había iniciado una búsqueda activa de respuestas tras vivir una experiencia cumbre. Todo quedó enlazado años después, tras los acontecimientos pandémicos de 2020 porque, gracias a ellos, la búsqueda se aguzó hasta las anheladas respuestas. Saber sin duda qué soy, de dónde vengo, a dónde voy, por qué y para qué. El despertar personal de 2011 me llevó al despertar social de 2020. Y aquí me tienes, tecleando para hablarte del apocalipsis.
Me mueve saber sin dudas y eso me empuja a escribirte estas líneas. Seré breve: entiendo la palabra Apocalipsis, que deriva del latín apocalipsis, que proviene, a su vez, del griego apokalypsis, que significa “acto de descubrir”, “descubrimiento”, “revelación” … como una decisión de la Fuente única divina que deja de sufrir la existencia humana en su ignorancia.
Dios quiere apartarse el velo de “persona” de su no rostro divino, individuo por individuo, pero sin dejar caer la máscara de la persona. No quiere dejar de ser esa persona, sólo apartarse el velo un poco, lo suficiente como para darse cuenta de que ES cada persona, SIENDO cada persona y que siempre ha sido así.
No sé nada de destrucciones masivas o de caminos de adoquines que llevan a Oz, pero entiendo el anunciado Apocalipsis como el resultado de sumar nuestros micro apocalipsis personales. También entiendo el Apocalipsis, no como una revelación humana, sino divina. Es Dios quien lo entiende todo. Se revela ante dios que las personas son el velo a través del cual dios enturbia su visión del mundo. Ese apocalipsis es la visión divina del mundo desde las personas, contemplado por los ojos de dios (como hasta ahora) sabiéndose humano (tras al Apocalipsis).
El ser humano es la llave divina.
El destino del mundo es divino. Es aceptarse en cada parte, hasta la aceptación de Todo por la Nada. La elevación humana es aceptar la vida divina como es. Cada persona es la herramienta usada por lo divino para plasmarse en la vida, experimentarse, comprenderse, volver a enamorarse de sí y trascender, llevándose de vuelta cada parte hasta esa nada potencial que, poco a poco, se torna todo. Un vacío que se llena con cada experiencia.
El sufrimiento, por el contrario, es negar la vida. El humano desciende a los infiernos cuando no acepta lo que es, en su inútil intento de organizar el aparente caos desde la inconsciencia, la ignorancia y el autoengaño. Pero es inocente de todos los cargos. La no aceptación es de la Unidad, por parte de la Unidad. La ignorancia es divina, mientras está tras el velo humano, creyéndose humana.
Esa ignorancia divina ha ensalzado la depredación humana a la cumbre, erigida sobre una mayoría humana esclavizada. La oscuridad (o luz oscura) rigiendo la ignorancia. Dios postrado de rodillas, ante Dios. Todo rodando cuesta abajo. El fin del mundo.
Es el fin, el fin de la inconsciencia divina en el mundo. El humano es la llave, gira en la cerradura porque se hace preguntas. Luz contra oscuridad, es la consciencia divina aflorando en la inconsciencia de su mundo materializado. La divinización del mundo, según Sri Aurobindo. El descenso de lo Supramental y su integración en nuestra personalidad humana.
El objetivo último no es el Nirvana, ni el Brahman, sino transformar esta existencia.
Sri Aurobindo