Cuando nos preguntan quién somos, respondemos con nuestro nombre. Si insistieran en conocer más de nosotros, podríamos explicar a qué nos dedicamos, dónde vivimos y nombrar familiares, amigos o conocidos, aportando las referencias que nos identifican como personas. Por lo general, la respuesta a quién somos se asocia con nuestra identidad personal. Somos personas, en un mundo lleno de personas. Desde nuestro nacimiento y en adelante, todos lo afirmarán sin pestañear. La percepción del mundo a través de los sentidos corporales y nuestro aprendizaje mental refuerzan la idea de ser individuos, tener una existencia propia, una identidad y ocupar un lugar en el mundo, lo cual es además propio de personas sensatas y con sentido común. Pero existen personas con sentido poco común…
Nacemos a un mundo hechizado. El hechizo es portentoso: se trata de un sueño amnésico que nos impide recordar nuestra naturaleza original, con el objetivo de acabar identificados con el personaje soñado. La trampa es el olvido. Paradójicamente, continuas «llamadas» a dejar de identificarnos con el personaje soñado ocurren sin descanso a lo largo de nuestra vida, como esas «patadas» del film «Origen» (Inception) que despertaban a alguien de un sueño consecutivo dentro de otro sueño. El hechizo es poderoso, pero las patadas irrumpen constantemente en ese sueño llamado «mi vida» para despertar al soñador y son percibidas claramente como «algo» fuera de las líneas marcadas por el hilo narrativo de nuestra historia personal. Dicho de otro modo: las patadas son atisbos que se reconocen de inmediato porque acontecen de repente, fuera del guion y no pertenecen a la persona, sino que provienen directamente de algo… inmenso. Nunca nos dejarán indiferentes, aunque decidamos no hacer caso, posiblemente por temor a conocer nuestra verdadera naturaleza, postergar la búsqueda o por preferir mantener el relato conocido: las tradiciones, las religiones, el marco social, la identidad y la instrucción, al menos hasta ahora.
Los últimos acontecimientos están precipitando descorrer el velo y salir del hechizo. Cuando uno ve detrás del velo, lo que es visto ya no puede obviarse de ninguna manera. La percepción de la realidad cambia totalmente, todo se ve desde la claridad hasta finalmente enfocarse desde una perspectiva nítida. Es la visión nítida del Todo.
Como las patadas en la película «Origen», las señales pueden aflorar a la realidad cotidiana como sincronicidades, conocimientos profundos, recuerdos espontáneos de otras vidas, visiones, canalizaciones, intuiciones o certezas inexplicables, experiencias cumbre y un largo etcétera. Su único fin es romper el hechizo, para hacerte despertar.
Decidiste dormir para soñar, pero dejaste puesto el despertador ¿Lo oyes sonar?